Asgaria dice Sí unánime a la cultura

OPINIÓN Elisa von Braun
Militante del Partido Transversal, Senadora, y Secretaria del Consejo de Hacienda.

En un mundo de micronaciones que cada vez mas tiende a basarse en modelos económicos y en el comercio de mercancías, sean estas digitales o materiales, y donde se han descuidado claramente otras actividades, los asgarios vuelven a decirle sí a la cultura.

Me refiero principalmente a las dos leyes enviadas por el Gobierno federal al Senado, la ley de registro del patrimonio cultural (aprobada ayer por unanimidad), y la pronta a aprobarse ley de protección a los bienes culturales en Asgaria.
Ambos datos, sumada a la ley de matrimonio civil, revelan el interés de Asgaria por ofrecer a sus ciudadanos y al micronacionalismo en general que una micronación es mucho mas que el pivote económico de los inversores (que de hecho si debe fomentarlos).

Certero, y en esa línea, fue el discurso del domingo de nuestro Excelentísimo Basileo en motivo de la inauguración del metro de Mimiria. Un estado es quien debe protegernos y garantizarnos derechos a todos por igual. El debate no está en sí estado ó no estado, sino en mejor estado.
Y es claro que no se refería simplemente al ámbito económico, es un estado que trabaja para sus ciudadanos, que le garantiza beneficios siempre en base a la igualdad y en respeto del individuo. Esto es esencial.

En ese sentido no pueden quedar dudas: el modelo asgario va más allá de reducirlo al sistema económico, que por cierto debe existir y debe ser fuerte motor de actividad. Mas no el único.

Y realmente la cultura puede ser, y debe ser, el otro gran motor de actividad en una micronación. Porque la cultura es la producción constante de las sociedades, y en última instancia el mayor legado que vamos a dejarle a las generaciones de futuros micronacionalistas.
Por eso es importanta la pronta aprobación de la ley de protección de bienes culturales, y la puesta en marcha de la ley de registro de bienes culturales. Donde se garantiza por ley la presencia y el fomento estatal a las actividades culturales, que ya no será una opción del Gobierno de turno sino una obligación del Estado federal.